martes, 18 de marzo de 2025

Para cuándo el VAR aplicado a Wagner



Nadie con dos dedos de frente le disputará a Barcelona, y concretamente al Liceu, su espíritu wagneriano. En caso de duda, se recurre al artículo colgado por Jordi Maddaleno en su cuenta en X o en Bluesky ante la première del 'Lohengrin' de Katharina Wagner, Ahí queda constancia de que es la ópera romántica por excelencia de Richard Wagner. También de que fue la primera del compositor que se vio en Barcelona, en 1882. Desde entonces ha habido 242 funciones de la obra en el teatro de la Rambla.

De los vínculos entre el compositor y Barcelona da cuenta la existencia de un 'Club Wagner', con sede en el Eixample. Y la expectación ante el estreno quedó reflejada en la abultada presencia en la gala de un selecto grupo de críticos alemanes asiduos a Bayreuth, así como de un notable cómputo de compatriotas reconocibles como 'público corriente'. 

Había expectación porque el 'Lohengrin' de Katharina, la biznieta, como se la suele llamar, llegó a la Rambla con cinco años de retraso. La pandemia obligó a aparcar el proyecto. 

Todo estaba ahí. La ópera romántica por excelencia, la biznieta y un culebrón para animar los comentarios en los entreactos: la hostilidad entre Katharina y la soprano sueca Iréne Theorin, a la que la directora de Bayreuth no ha perdonado la peineta con que reaccionó a los abucheos del público del templo wagneriano, hace un par de años. La historia animó las previas al estreno. Theorin quedó proscrita del estreno por orden de Katharina; en su lugar  se fichó a la finlandesa Miina-Liisa Värelä. Todo, incluido el culebrón, respondía a los esquemas de Bayreuth.

sábado, 30 de noviembre de 2024

Bayreuth 2024: la desmemoria de Merkel y otras tristesses



De pronto ese 25 de julio no teníamos a quién fotografiar en el palco de todos los años. A Markus Söder no, desde luego, aunque luego nos invite a la recepción de siempre, tras el estreno. Ahí donde uno podía comer, beber y hasta bailar como en ningún otro ‘land’ alemán. Baviera invita. El menú es los de todos los años. Pero todo el mundo acude. 

O casi todo el mundo. Angela Merkel faltó a la prácticamente única cita donde se la había visto mientras fue jefa de la oposición, luego como canciller neófita, a continuación como imbatible líder alemana y europea o finalmente incluso jubilada del poder. No se había perdido Bayreuth en 2022, su primera temporada como excanciller; ni tampoco al siguiente año. Faltaba una pieza en ese Bayreuth al que uno va simplemente para demostrarse que en algún lugar del mundo todo sigue igual. O a hacerse la selfie de todos los años entre colegas.

Unos atribuían su ausencia a que estaba escribiendo esas memorias que, en realidad, se encargaba de ordenar y probablemente escribir Beate Baumann, la persona a quien Merkel había confiado durante décadas tanto lo de llevar del brazo a su ancianísima madre por el Bundestag a los detalles de cualquier visita de Estado. Otros lo atribuían a un cáncer de Joachim Sauer, la quintaesencia de la devoción wagneriana y probablemente el responsable de que Merkel asumiera como propio ese otro dogma.

El palco había dejado de tener el menor interés. Merkel seguramente escribía, co-escribía o delegaba en Baumann lo de sus memorias. La presentación del libro más esperado del año se anunciaba para noviembre. Por entonces se había hundido ya la coalición entre su perfecto sucesor, Olaf Scholz, los dóciles verdes y un aliado traidor, Christian Lindner. Es decir, el mismo líder liberal que en 2017 había dejado a Merkel en la estacada. La entonces reina de todos los consensos había creído atada la que habría sido su última coalición, una alianza inexplorada con verdes y liberales con la que escribir una nueva página en la historia de las constelaciones políticas alemana. Hasta que Lindner se levantó de la mesa y salió a explicar a los medios en plena noche, con ojos vidriosos, que mejor no gobernar que gobernar mal. A Merkel no le quedó otro remedio que recuperar la fórmula de la gran coalición.

A Merkel la dejó Lindner en la estacada antes de empezar. Con Scholz escaló el siguiente escaló: le había hecho creer que sería su aliado, para acabar reventando la coalición desde dentro. Scholz se hundía. En su lugar emergía de nuevo el derechista al que Merkel creyó haber arrinconado veinte años atrás. Friedrich Merz no se iba a conformar con llevar  de las riendas del partido. Iba a por todas.

viernes, 29 de noviembre de 2024

Vía El Periódico, El Punt/Avui: El libro del año, el derrumbe de Scholz

 

Puro Deutsches Theater

Més memòria que crítica


L’excancellera alemanya Angela Merkel durant la presentació del seu llibre de memòries a Berlín MICHAEL KAPPELER / EFE.



Gemma C. Serra - Berlín, 27 novembre

Quan el 8 de desem­bre del 2021 va dei­xar la can­ce­lle­ria ale­ma­nya, després de 5.860 dies com a cap de govern del país més poderós de la Unió Euro­pea (UE), Angela Merkel ja havia dei­xat clar que no volia cap altre càrrec polític. La seva única aspi­ració era escriure les seves memòries, tant la part cor­res­po­nent a la seva infància i joven­tut a l’Ale­ma­nya comu­nista com tot allò que va envol­tar la seva car­rera política. Recorre des de la seva vida a Tem­plin, la ciu­tat de províncies on va viure, fins a Berlín, el cen­tre del poder ale­many, a més de totes les cime­res bila­te­rals i mul­ti­la­te­rals que va com­par­tir amb els líders, prin­ci­pal­ment mas­cu­lins, d’arreu del món.

La llista dels bons i dels dolents era clara: Barack Obama era el gran pre­fe­rit pel que fa al càsting de les figu­res posi­ti­ves; a Vladímir Putin i Donald Trump els cor­res­po­nia l’altre cantó de la meda­lla. Per escriure el seu lli­bre, ha dis­po­sat no només de la seva memòria, sinó també de la per­sona que l’ha acom­pa­nyada des del 1992, quan va esde­ve­nir per pri­mer cop minis­tra del patri­arca Hel­mut Kohl. Beate Bau­mann és aquesta per­sona de con­fiança, asses­sora i pot­ser millor amiga de Merkel.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Un Tristán todo tristesse

 „Tristán“ abre entre ovaciones y abucheos un Bayreuth escindido entre tradicionalismo y renovación

Joana Serra. Bayreuth (Alemania), 26.07.2024
La temporada del Festival Richard Wagner de Bayreuth se abrió el jueves con un „Tristán e Isolda“ que cosechó ovaciones para sus voces y su batuta, pero que repartió abucheos sin comtemplaciones para el concepto escénico del islandés Thorleifur Örn Arnarsson. El público wagneriano se rindió sin escisiones al duo protagonista, formado por el austríaco Andreas Schager y la finlandesa Camilla Nylund. Más vigorosos aún fueron los aplausos al maestro Semyon Bychkov, originario de Rusia pero con nacionalidad estadounidense, que llevó al éxtasis a los presentes con una interpretación fiel y precisa de la música del genio alemán.


Las iras, en forma de abucheos casi unánimes, se dirigieron al concepto escénico desarrollado por el director islandés, apoyado en el dramaturgo suizo Andri Hardmeier. El público de Bayreuth está acostumbrado a apuestas ambiciosas, incluso controvertidas, como el „Anillo del Nibelungo“ en formato de serial „Netflix“ que se repondrá en los próximos días, obra de Valentin Schwarz. O, más aún, el creativo y divertido „Tannhäuser“ de Tobias Kratzer, que se exhibe esta temporada por última vez en el festival bávaro, y que da la vuelta al mito para trastocarlo en un irónico desfile entre „drags queen“. En lugar de eso, el „Tristán“ estrenado este jueves es un espectáculo estático y sin brillo, donde el amot trágico entre Tristán e Isolda con alguna „licencia“ argumental. Salen ganando las voces, que pueden concentrarse en lo suyo; pero no hay tensión dramático, sino inmovilismo.

martes, 5 de noviembre de 2024

Un ruso entre tanta batuta femenina

 Bychkov brilla en Bayreuth para un 'Tristán' plano




Representación de 'Tristán e Isolda' en el Festival de Bayreuth / Enrico Nawrath / Bayreuther Festspiele
Gemma Casadevall, Bayreuth (Alemania), 26.07.2024

El maestro ruso-estadounidense Semyon Bychkov rescató al 'Tristán e Isolda' algo a la deriva que inauguró el Festival Richard Wagner de Bayreuth. El exigente público wagneriano repartió sus ovaciones entre la batuta y el dúo de voces formado por Andreas Schager y Camilla Nylund, mientras castigaba con abucheos a la producción. La recreación del drama del amor eterno, pero proscrito, obra del islandés Thorleifur Örn Arnarsson, con el dramaturgo suizo Andri Hardmeier formando tándem, resultó escenográficamente nula y estática, impropia de un festival más acostumbrado a sorprender que a aburrir.

Arnarsson presenta a su Tristán como un individuo deprimido y lastrado por el pasado, como el propio director explicó ante el estreno. El austríaco Schager parecía casi al borde de sus capacidades en su canto ante la muerte, lo mismo que la soprano finlandesa Nylund. Al dúo se le reconoció el esfuerzo por compensar con sus voces el minimalismo de la pieza de Arnarsson. Christa Mayer, en el papel de Brandane, y Olafur Sigurdarson, en el de Kurwenal, se ganaron asimismo las ovaciones del templo operístico que es Bayreuth, consagrado en exclusiva a ese compositor desde su fundación, hace casi siglo y medio.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Picnic wagneriano

 El wagneriano festival de Bayreuth se renueva con un „Tristán“ y tres batutas femeninas

Joana Serra. Bayreuth (Alemania), 25.07.2024
El festival de ópera de Bayreuth, la ciudad de Baviera donde Richard Wagner instaló el teatro considerado ideal para sus óperas, abre su temporada este jueves con el estreno de un nuevo „Tristán e Isolda“, al que sucederán en los días siguientes tres batutas femeninas: la de la ucraniana Oksana Lyniv, al frente de la reposición de „El holandés errante“, la de la francesa Nathalie Stutzmann, con la del „Tannhäuser“ y la de la australiana Simone Young, la primera mujer que dirigirá en el tempo wagneriano la trabajosa tetralogía de „El anillo del Nibelungo“.
El „Tristán“ inaugural, único estreno de esta temporada, estará dirigido por el ruso Semyon Byschkov, con dirección escénica del islandés Örn Arnarsson. Recreará así el drama romántico, con el experimentado Andreas Schager, una de las voces consagradas del festival wagneriano, y la finlandesa Camilla Nylund en los papeles protagonistas.
Completa el programa de la temporada el „Parsifal“ que estrenó el año anterior el maestro Pablo Heras-Casado, a quien se espera en cuatro años de nuevo en esa ciudad bávara para colocarse al frente del siguiente „Anillo“.
Los cinco directores mencionados pertenecen a la generación más actual de batutas reconocidas como „wagnerianas“, que se han ido incorporando temporada tras temporada a la nómina de la casa bajo la gestión de la directora del elitista festival, Katharina Wagner.

Claudia Roth y sus ocurrencias

 Bayreuth o el inquebrantable culto a Wagner: la polémica por si el festival se debe abrir a otros compositores marca la cita





La excanciller alemana, Angela Merkel, y su marido, Joachim Sauer, que por primera vez en décadas no estarán en Bayreuth, a su llegada al festival en 2022. / CLEMENS BILAN / EFE

Gemma Casadevall
Bayreuth 24 JUL 2024 

"En Berlín no han entendido que a Bayreuth se viene a escuchar a Wagner y solo a Wagner", es la respuesta que desde el gobierno de Baviera se da a la "ocurrencia" de la ministra de Cultura del Ejecutivo de Olaf Scholz, la verde Claudia Roth, para "abrir" su festival de ópera a "otros compositores". El encargado de responder a la ministra es su colega bávaro, Markus Blume, de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), ante cita más imprescindible del calendario wagneriano europeo: la apertura este jueves del Festival Richard Wagner sobre la Verde Colina de Bayreuth, la ciudad de provincias donde el genio ordenó construir su teatro. El mejor lugar del mundo para representar desde el 'Tristán' al 'Anillo del Nibelungo', 'Parsifal', 'Tannhäuser' o 'El holandés errante'.

Así viene siendo desde 1876, su primera temporada. El esquema es rígido: se abre el 25 de julio y se cierra el 28 de agosto, con un total de 30 galas y, en general, un solo estreno. En este año, el honor de la apertura corresponde al nuevo 'Tristán e Isolda', con la batuta del ruso Semyon Byschkov y dirección escénica del islandés Örn Arnarsson.

Que Roth levantara polémica ante la inauguración no es, en realidad, tan extraño en Bayreuth. Las controversias o líos sucesorios suelen alimentar los corrillos en los entreactos. Roth, nacida en Baviera y asidua al certamen desde mucho antes de convertirse en ministra, en 2021, debía ser consciente de ello al proponer saltarse el veto histórico a cualquier compositor que no sea el fundador. Fue una semana antes de la inauguración y mencionó como ejemplo innovador a 'Hansel y Gretel', la ópera de Engelbert Humperdinck sobre el cuento infantil de los hermanos Grimm.

jueves, 23 de noviembre de 2023

Bayreuth 2023: Merkel pervive, von der Leyen asciende, la cronista se multiplica


Segunda visita a Bayreuth ya como ex mujer más poderosa del mundo. Bajo un diluvio y, encima, con Ursula von der Leyen como nueva líder europea o incluso del mundo libre compartiendo escena. La temporada 2023 parecía un nuevo para Angela Merkel y su tradicional subida a la Verde Colina, esta vez empapada. El público con entrada se arremolinaba en el interior del teatro para ver la llegada de los ilustres; había obviamente poco pueblo llano esperando fuera y la prensa gráfica cumplía como podía, atrincherada entre plásticos, con su cometido.

Merkel entró, como siempre, soberana. Saludaba bajo el paraguas transparente ideado supongo por el festival para hacer al menos mínimamente viable el trabajo de fotógrafos y cámaras. Lo mismo hizo von der Leyen. Ya en el interior, los medios acreditados teníamos de pronto la sensación de qué, por fin, Merkel nos miraba. Estábamos, como siempre, unas hileras por debajo del palco que en su día ocuparon Luis II de Baviera y Adolf Hitler, desde la refundación del festival destinado a la elite política del presente. La excanciller tenía ahí asegurado un puesto destacado, como su esposo Joachim Sauer. Pero en lugar de aparentar no vernos como otras veces, se asomaba ligeramente, sonreía y parecía ajena a las conversaciones del resto. Entre ellos, la presidenta de la Comisión Europea, la mujer que fue su ministra de Defensa y de la que se llegó a decir que la sucedería al frente de la familia conservadora alemana.

Merkel parecía disfrutar de su retiro. Imposible saber si eso era una mera percepción benévola o si, por contra, se sentía destronada por su exministra y ahora líder europea. Sauer seguía, como siempre, en lo suyo. Como no había pueblo suficiente para aplaudir las llegadas era también imposible saber a quién de los dos grandes mujeres habrían aclamado más.

La atracción de la gala inaugural eran unas gafas de realidad aumentada -AR- teóricamente habilitadas para asistir al prodigioso "Parsifal" concebido por Jay Scheid. Dirigía Pablo Heras-Casado, el primer español en el mítico foso de Bayreuth desde que Plácido Domingo tomara la batuta para la 'Valquiria", en 2018.

Había cierto runrún malhumorado entre los asistentes. Solo uno de cada cinco tenía una de esas gafas, lo que en realidad no estaba claro si era un privilegio o acabaría siendo un engorro. Se esperaba, al menos, que Heras-Casado haría honor a su buena reputación como maestro wagneriano, tras el fiasco en que derivó su antecesor Domingo.

Via Efe: Pablo Heras-Casado, las malditas gafas AR y el Tannhäuser LGTBI

Butacas vacías: Bayreuth y primeros síntomas de agotamiento


Probablemente Bayreuth sea, junto a Wacken, “lo más alemán” que ofrece en cuanto a festival el verano europeo. A Bayreuth, en Baviera, acude todos los años la elite wagneriana desde casi siglo y medio, del 25 de julio a finales de agosto. A Wacken, un idílico pueblecito del norte, se viaja en la primera semana de agosto a por el heavy metal puro. Son dos festivales de rituales diamentralmente opuestos -cierta etiqueta en el operístico; tatuajes, chalecos de cuero y demás estética heavy, en Wacken-. Pero son de algún modo identificables como representantes de la “alemanidad pura”, base del atractivo que les convierte en lugar de peregrinación anual para wagnerianos o heavys de todo el mundo.



Ambos festivales, el de ópera como el metálico, se vieron sacudidos este 2023 por tormentas torrenciales. En Wacken, una cuarta parte de sus 85.000 fieles se quedaron sin poder acceder al recinto, convertido en un barrizal. Los que lo lograron se pusieron de barro hasta las cejas. Pese a las dificultades, las entradas para 2024 se agotaron a las dos horas de abrirse su venta.

Butacas vacías

Al de Bayreuth llegó todo el mundo a su butaca… pero alguno se encontró con la sorpresa de que la de al lado estaba vacía. Que siguieran a la venta las entradas online para las sesiones del “Anillo del Nibelungo” llenó los comentarios de sus entreactos –de una hora de reloj, otra tradición de la casa-. Que esa siguiera siendo la situación hasta el cierre de la temporada, este 28 de agosto, causaba ya algo más que extrañeza. Hasta hace una década, Bayreuth presumía de unas listas de espera de hasta 15 años cada una de las casi 2.000 butacas del viejo teatro construido en 1872. Su temporada es corta y absolutamente codiciada. Con el paso a la venta online se aligeró un poco el suplicio de la espera. Pero seguían agotándose todos los contingentes.

La gerencia aumentó el precio de las entradas cerca de un 6 % --el nivel de la inflación media de 2022, explicó el festival-. Sigue siendo, sin embargo, más asequible que otros equivalentes –como Salzburg--, con localidades que van de los 350 a 210 euros, según categorías y piezas.

Wagner en 'formato Netflix'


Katharina Wagner, biznieta del compositor y directora del festival desde 2008 –primero en dirección colegiada con su hermanastra Eva Wagner-Pasquier y desde 2015 en solitario--, diseñó la temporada que ahora termina bajo el signo de la renovación. La abrió el “Parsifal” dirigido por Pablo Heras-Casado, el primer español que dirigía en el mítico foso de Bayreuth, después de que Plácido Domingo lo hiciera para la “Valquiria” en 2018.

Domingo escuchó algunos abucheos, mientras que Heras-Casado triunfó pese a que el concepto escénico de “Parsifal” fue todo lo contrario a exitoso. La ocurrencia de su artífice, Jay Scheid, de colocar a parte del público gafas de realidad aumentada –AR-- no gustó ni a los que las llevaban –uno de cada cinco-- ni a los que se quedaron sin ellas. Los primeros, porque la realidad virtual se convirtió en un estorbo; los segundos, por la sospecha de que tal vez se perdían algo. Al final no estaba claro si el privilegio consistía en disponer de las gafas AR o lo contrario.

Vía Efe, Correo, Periódico: Ucrania manda, los ultras pujan y la austeridad impone

El campo alemán se levanta contra la austeridad de Scholz




Tractores frente a la puerta de Brandenburgo, este lunes en Berlín. /FILIP SINGER / EFE

Gemma Casadevall, El Periódico, 18.12.2023

Miles de tractores llegados de toda Alemania colapsaron este lunes el centro de Berlín, en una primera protesta masiva contra los recortes aprobados por la coalición de Olaf Scholz para resolver su crisis presupuestaria. Las protestas del campo alemán se concentran en la eliminación de los subsidios al diésel agrícola, uno de los puntos acordados por el tripartito ante el bloqueo de 60.000 millones de euros derivado de una sentencia del Tribunal Constitucional (TC).

Los tractoristas desfilaron en distintas columnas por todo el centro urbano, incluido el distrito gubernamental y las inmediaciones de la emblemática Puerta de Brandeburgo. Llevaban pancartas con lemas como "Estamos hartos", "No juguéis con nuestra existencia" y "Estáis matando el campo".

La medida adoptada por el tripartito integrado por socialdemócratas, verdes y liberales atenta contra la existencia de grandes y pequeñas explotaciones, según los concentrados. Ante la concentración de los tractoristas habló el ministro de Agricultura, el ecologista Cem Özdemir, quien ha expresado su propio rechazo a la eliminación de esos subsidios.

El ministro tuvo que hacer frente a fuertes abucheos, pero también algunos aplausos en reconocimiento a su coraje por, al menos, salir a dar la cara ante el gremio afectado. "Ni estoy ni estuve nunca de acuerdo con estos recortes. El Gobierno conoce mi opinión y trabajaré para que sus efectos en el sector sean mínimos", afirmó.


Protesta de tractores en la calle 17 Junio de Berlín, este lunes. /FILIP SINGER / EFE

Sentencia del Constitucional

Tras cuatro semanas de fuertes tensiones, la coalición de Scholz anunció la semana pasada un acuerdo para resolver la crisis presupuestaria precipitada por la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sin generar nueva deuda. El canciller advirtió que serían precisos algunos recortes, pero garantizó que no afectarían los grandes proyectos medioambientales y que se limitarían a subvenciones a "climáticamente dañinas".

El origen del problema es la sentencia del TC, que declaró anticonstitucional el desvío de un fondo inicialmente creado para paliar los efectos de la pandemia a otros destinos. Esta operación vulneraba los principios del freno a la deuda, un instrumento que limita el endeudamiento a un 0,35% del PIB, salvo en situaciones excepcionales, como fue la pandemia. El propósito del Gobierno de Scholz era destinar 60.000 millones de euros en créditos no utilizados en su momento para el Fondo de Renovación Tecnológica y Climática, lo que el TC estimó que vulneraba ese principio.

miércoles, 23 de noviembre de 2022

2022 Merkel, la de rojo y un legado con goteras

 


Lo de subirse a la Verde Colina cada 25 de julio, fecha inaugural del festival por mandato de Richard Wagner, es algo más que un ritual. Conlleva la esperanza de que todo siga igual. La primera impresión poco después de llegar a la estación de provincias y dejar la maleta en el hotel es que efectivamente todo está en su lugar, como siempre. El paseo hasta el teatro, el público engalanado haciéndose la foto con el teatro al fondo, la socorrida selfie cuando las ‚fanfare‘ anuncian el fin del entreacto o los grupos de ciudadanos que simplemente subieron a ver y aplaudir, como cada año, a Angela Merkel, Katharina Wagner y el primer ministro bávaro, en esta caso Markus Söder.

Todo estaba ahí. No importaba que la cancillería de Berlín no la ocupara ya una mujer crecida en el este comunista, conservadora y líder del partido de Konrad Adenauer y Helmut Kohl, sino un hamburgués algo robotizado y socialdemócrata, como Willy Brandt, Helmut Schmidt o Gerhard Schröder. Merkel seguía siendo la Señora de la Colina. También como casi siempre en Bayreuth, la acompañada su esposo, Joachim Sauer. Este año vestía uno de esos trajes de gala que alguno identificaba como „repetición“ del que lució en otra inauguración de temporada. Todo bien. Si algo se le valora a Merkel fue la falta de presunción. No verse obligada a estrenar un vestido cada año formaba es parte de su perfil; nadie lo interpretaría como un menosprecio al anfitrión.

Todo estaba ahí, inalterable. Pero ajustando un poco más la vista se apreciaba alguna diferencia. A Merkel y a Sauer se les veía algo más sueltos. El catedrático esposo de pronto se permitía posar incluso con una esbelta mujer enfundada en un vestido rojo. Se habían desprendido del grupo formado por otras dos o tres personas más, Merkel incluida. Y se dejaban fotografiar por acompañantes o curiosos. Con Merkel en cancillería, eso habría generado comentarios entre la órbita mediática sensacionalista sobre el fin prematuro e inminente del matrimonio. Este tipo de rumores y los teóricos galanteos del marido a saber con quién llevaban tantos años circulando por los medios. Eran los equivalentes de la prensa del corazón a las sesudas columnas sobre de la famosa ‚Dämmerung‘, ocaso, con lo que convivió Merkel varias legislaturas, hasta que consideró llegado el momento de retirarse.

Fuera de la nueva ligereza con que Merkel afrontaba su condición de líder retirada, estaba claro que ese 2022 no era un año más. Scholz, el socialdemócrata robotizado de Hamburgo había abierto su primer año en el poder con una larga lista de desafíos para su recién formado tripartito con verdes y liberales como socios. La coalición ‚Ampel‘ o semáforo nació entre dudas sobre la capacidad de convivencia entre el aliado verde -el partido de la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, y el de Economía, Robert Habeck- y el liberal Christian Lindner, en Finanzas. A Scholz no se le reconocían los dotes de consenso que tuvo Merkel. Le correspondería conciliar las ambiciones medioambientales ecologistas con el afán de recortar gasto liberal.

„Hoy hemos despertado en otro mundo“, reconocía Baerbock el 22 de febrero. Ese día se cumplieron todas esas amenazas rusas de las que EEUU, Ucrania, los países bálticos o Polonia llevaban años alertando, pero que la Alemania de Merkel creyó se podían manejar. La invasión a gran escala de Ucrania había empezado. Imposible seguir pensando que Vladímir Putin era un líder ‚manejable“. La amistad de intereses entre Putin y el socialdemócrata Schröder había generado una Alemania energéticamente dependiente de Moscú. Tras su derrota ante Merkel, en 2005, Schröder protagonizó un episodio de puertas giratorias que le colocó en los consejos de empresas controladas por el Kremlin. El gasoducto Nord Stream era una de esas piezas. Merkel no solo había mantenido en pie el primero de los gasoductos heredados de la amistad entre Putin y Schröder, sino que selló la construcción del Nord Stream 2. Ni la anexión de la península de Crimea, en 2014, le hizo replantearse esa relación de dependencia

martes, 22 de noviembre de 2022

Vía Efe: sin piedad para el "Anillo" serial de Schwarz


lunes, 21 de noviembre de 2022

Via Efe y Avui: Un legado con goteras

De Merkel a Scholz: un año sin la jefa 

Gemma Casadevall

Berlín, 7 dic (EFE).- El 8 de diciembre de 2021, Angela Merkel se despidió del poder tras 16 años al frente de la potencia europea; al aparentemente armonioso relevo de entonces ha seguido un año en que Alemania ha expuesto unas debilidades heredadas, que contrastan con la teórica solidez pasada.

       El socialdemócrata Olaf Scholz, vicecanciller y ministro de Finanzas en la última gran coalición de la conservadora Merkel, asumió ese día el cargo en lo que parecía un ascenso de signo continuista entre dos líderes moderados aunque procedentes de familias políticas rivales.

Scholz había ganado las elecciones dos meses y medio atrás, había logrado armar sin grandes problemas un tripartito inédito a escala federal -entre socialdemócratas, verdes y liberales- y su relevo se ceñía a la lógica de la alternancia en el poder.

Antes de despedirse del cargo, Merkel había mantenido una última conversación telefónica con los líderes de EE.UU., Francia, Reino Unido e Italia -Joe Biden, Emmanuel Macron, Boris Johnson y Mario Draghi.

Los aliados occidentales expresaban, una vez más, su preocupación por los movimientos rusos junto a Ucrania, informó el portavoz de la aún canciller. Washington llevaba semanas alertando de los planes del presidente Vladímir Putin.

Scholz estaba dispuesto a dinamizar la llamada transición verde de la mano de un vicecanciller y ministro de Economía ecologista, Robert Habeck. El tercer socio, con el liberal Christian Lindner en Finanzas, vinculaba esa opción con impulsos para la industria del país.

UN EJÉRCITO DESFASADO 

La guerra de Ucrania desbarató todos estos planes. Scholz mantuvo el 24 de febrero la línea tibia hacia Moscú, tal como había hecho Merkel incluso tras la anexión de Crimea, en 2014. 

Tres días después, ante el Bundestag, anunciaba Scholz un paquete de inversiones de 100.000 euros para poner al día al Ejército alemán, tras décadas de recortes presupuestarios. Y rompía asimismo la norma de no suministrar armas a Ucrania para pasar a expresar el total apoyo al país agredido.

Los Verdes no solo respaldaban este cambio. Tanto Habeck como su correligionaria y ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, secundaban las reclamaciones de Kiev de un mayor apoyo, incluido con armamento pesado.

sábado, 20 de noviembre de 2021

2021 Wagner bajo la mascarilla


Foto @gemmacasa


Regreso al templo

+ Pelea de gallos, armonía verde y Scholz como vía continuista

+ Templin


El mismo palco de todos los veranos, los mismos protagonistas. Angela Merkel y Joachim Sauer, en la apertura de temporada de Bayreuth. Nosotros fotografiando con el Iphone. Pero nada era como siempre. Lo de menos era la ausencia de la alfombra roja, el aplazamiento a la temporada 2022 del siguiente "Anillo" o el uso obligatorio de la mascarilla. En el aire -político- se respiraba un nerviosismo inusual en Baviera. Merkel no se encaminaba a su siguiente reelección, porque como llevaba diciendo desde 2018 tras las generales de septiembre y en cuanto se formase el siguiente gobierno dejaba el cargo. Al bloque conservador no le quedaba otra que emanciparse de su máquina de ganar elecciones. No había fecha clara para el adiós definitivo, lo de formar gobierno puede demorar meses. En 2017 Merkel tardó hasta seis meses hasta lograr su última "groko". Pero el pánico se había apoderado de sus filas. Se vislumbraba la posibilidad de quedar apeados.

Bayreuth había superado el año de sequía absoluta o cierre por la covid. Reabría para vacunados, pacientes recuperados y todo aquel que presentara un test negativo -las 3G, por Geimpfte, Genesene y Getestet-. Cada uno, detrás de su mascarilla. Abolidos los servicios de guardarropía y la toilette del teatro, con gastronomía exterior y a de pie, para los entreactos y con el popular chiringuito vecino convertido en centro de test y registro previo donde presentar los correspondientes certificados de vacunación.

Habríamos aceptado cualquier condición a cambio de estar de nuevo ahí. Habíamos tenido un año largo para acostumbrarnos a respirar bajo la mascarilla. Y meses de cierre total de tiendas, bares, restaurantes, ocio, teatros, cines y todo aquello que hasta la llegada de la covid a Europa parecía esencial.

Bayreuth reabría con un "Holandés errante" dirigido por Oksana Lyniv, la primera mujer que tomaba la batuta en el templo. Katharina Wagner se había restablecido de la enfermedad cuyo nombre seguía sin revelarse, pero que había añadido incertidumbre sobre del futuro del festival, Merkel y Sauer estaban de nuevo en el palco, cada uno bajo su mascarilla. Y, por qué no admitirlo, la nueva normalidad derivada de la covid tenía un par de ventajas: aforo reducido significa menos público robándote el aire y la visibilidad, sobre todo a los que menos abultamos.

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Vía Efe Laschet-Baerbock-Scholz, emergencia climática y Abgang

 Y Merkel pasó a excanciller

Gemma Casadevall




Berlín, 16 dic (EFE).- Alemania, pero también Europa, se despidieron este 2021 del liderazgo de Angela Merkel, una etapa de 16 años marcada por un estilo atípico de ejercer el poder, sacudida en su última etapa por la lucha contra la pandemia y que deja como asignatura pendiente de modernizar su país.
Merkel cumplió su compromiso de seguir en su puesto hasta la investidura de un sucesor. El 8 de diciembre la relevó el socialdemócrata Olaf Scholz, 5.860 días después de haberse convertido en la primera mujer que accedía a la Cancillería alemana. Era también la primera persona crecida en territorio comunista que lo lograba y la más joven entre sus antecesores, con 51 años.
Unas horas antes de la investidura de Scholz, Cancillería hacía público un comunicado sobre una última conversación entre Merkel con los líderes de EE.UU., Francia, Italia y el Reino Unido -Joe Biden, Emmanuel Macron, Mario Draghi y Boris Johnson- a propósito de los movimientos rusos junto a Ucrania.
El ucraniano es uno de los conflictos que no ha podido zanjar la líder que marcó la pauta en la crisis de la zona euro o ante la emergencia migratoria de 2015. A la primera de esas crisis respondió con la tenaza de la austeridad; a la segunda, manteniendo abiertas las fronteras a los refugiados cuando otros las cerraban.
La primera ola de la covid-19 la revalorizó como líder de referencia. La mostró como una política de formación científica y capacidad de análisis, mientras otros mandatarios daban bandazos. Pero ello no evitó a Alemania la furia de la segunda y la tercera olas; la cuarta sorprendió al país con cierto vacío de poder, entre una canciller en funciones y un sucesor que aún no funcionaba.
Su legado está por escribir, puesto que es la historia la que coloca a un político en su lugar. Pero parece indiscutible que esta líder, a la que tanto se criticó por lenta como por imparable, marcó un estilo de ejercer el poder, basado en el consenso y no en la confrontación.

LA LÍDER GLOBAL

Merkel no superó por diez días el récord de permanencia en el poder de Helmut Kohl (1982-1998). Dejó el cargo como la más longeva entre los líderes occidentales y a la que solo superó, en veteranía, uno de sus "ogros" internacionales, el ruso Vladímir Putin.
Representó al eje transtatlántico con cuatro líderes estadounidenses -George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Biden- y al franco-alemán con cuatro franceses -Jacques Chirac, Nicolas Sarzoky, François Hollande y Macron-; cuidó las relaciones con cinco británicos -Tony Blair, Gordon Brown, David Cameron, Theresa May y Johnson- y con tres españoles -José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez-.
La lista se eternizaría con Italia -ocho primeros ministros-. En su ronda de despedidas, a escala internacional o nacional, habrá acumulado más reconocimientos, títulos "honoris causa", premios o regalos de los que caben en ninguna estantería.

LA AGENDA ALEMANA

A la investidura de Scholz asistió desde la tribuna de visitantes del Bundestag, ya que tampoco optó al escaño de diputada que, desde 1990, tuvo por Stralsund, la ciudad del este alemán donde arrancó su carrera tras la caída del muro de Berlín.
Desde esa tribuna recibió la ovación de los diputados, con excepción de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), el partido al que el espectro parlamentario mantiene aislado.
Su último año como canciller ha sido duro. No solo por la pandemia, sino también por las devastadoras inundaciones con más de 180 muertos en el oeste del país. La catástrofe hizo patente los estragos de la emergencia climática y recordó el incumplimiento alemán de los objetivos de reducción de emisiones.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

2020 Perdidos en la pandemie


Foto @gemmacasa

Silencio en la verde colina


+ Merkel, revalorizada y con la sucesión aparcada


De pronto, el silencio. La pandemia nos cambió la vida a muchos. A otros se la arrancó. En Bayreuth se renunció a tratar de llevar adelante un programa alternativo, al aire libre, como sí hicieron otros. De pronto se impuso el silencio sobre un festival incuestionable en tiempos de paz, al que se acudía aunque diluviase o bajo olas de calor irrespirables. Los únicos visitantes de la verde colina en este verano bávaro fueron un puñado de "amigos", la Gesellschaft der Freunde von Bayreuth, la sociedad en que se juntan mecenas interesados o wagnerianos de todo el mundo. El teórico sostén de un festival al que a lo largo de su historia no faltaron ni los subsidios públicos ni los patrocinadores privados. 
Un grupito de esos Freunde, obviamente locales, se reunían por la mañana ante el teatro vacío, ocupaban un par de butacas, leían para los cuatro turistas que sabían del evento algún texto de las cartas de Richard o cualquier otro documento; se interpretaba alguna pieza o escuchaba algo grabado. Nada más. 
Éramos pocos los que nos habíamos animado, pese a todo, a acercanos a Bayreuth. Ni Angela Merkel ni su wagneriano esposo ni nadie de la plana mayor bávara estaba ahí. Habría sido una grave irresponsabilidad, en una clase política seguidora -pese a algún disenso- de la máxima de Merkel: precaución, no viajéis si no es imprescindible, menos aún hagáis turismo. Todo eso, pese a que Alemania había superado con más o menos buena nota la  primera oleada de la covid.  Italia y España confinaban a su población, en Nueva York se acumulaban los féretros, pero Alemania parecía algo menos vulnerable que otros países comparables. Mientras nuestras familias, en nuestro país de oriegen, relataban de sus "escapadas" a la calle para tirar la basura o pasear el perro, nosotros, los alemanes, no nos privábamos del paseo por el parque, incluso de a dos y copa de vino "to go" incorporada. 

La canciller había abierto el año con un cisma interno por el voto cómplice de su partido con la ultraderecha en Turingia, la región del este donde Alternativa para Alemania (AfD) seguía al líder de un ala más radicalizada, Björn Höcke. La bestia negra también para los llamados moderados del partido, capaz de escenificar una toma de poder (regional) con reminiscencias hitlerianas y al que sólo la Izquierda se atrevía a no estrechar la mano.

El cisma se llevó por delante a AKK, Annegret Kramp Karrenbauer, la leal pero débil sucesora a la que Merkel había querido colocar dirección a la Cancillería. Se reabría el pulso sucesorio por el legado de la líder global. Pero ni siquiera eso era ya tan imperativo como la lucha contra la covid-19.

Cualquier otra crisis parecía de pronto un asunto nimio. Aparcable. Merkel se revalorizaba ante los ciudadanos. Ya no se hablaba de su "Dämmerung", el ocaso, sino de líder de referencia que sabía explicar a sus ciudadanos qué era eso del aumento exponencial de infecciones, mientras el resto de líderes daba bandazos. Las redes sociales se llenaban de minutos de gloria de Merkel explicando, sin perder la calma, pero con toda claridad, la que se nos avecinaba.

Junio fue benigno aún. Alemania abrió alguna ventanita al turismo; tras meses de paseos en bici por el bosque reabrieron las piscinas. Pero Bayreuth no escenificó absolutamente nada. Katharina Wagner estaba de baja, enferma, sin que se supiera qué mal la aquejaba. Imposible preguntar. Pensar en voz alta, especular sobre un asunto privado era de mal tono. Viajar por Baviera no estaba vetado. Tampoco Bayreuth. Pero a qué acercarse a un templo wagneriano en silencio?

domingo, 1 de noviembre de 2020

Vía Efe, De Turingia a la covid; entre conspiranoicos y una líder científica

Merkel cierra su ciclo europeo bajo el signo del desbloqueo, pero sin tregua en casa


Gemma Casadevall

Berlín, 11 dic (EFE).- La canciller alemana, Angela Merkel, cerró su último semestre de liderazgo europeo bajo el signo del desbloqueo y el consenso, su señal de identidad, mientras busca desesperadamente cómo frenar una pandemia sin tregua navideña en Alemania.
Hungría y Polonia levantaron su veto al presupuesto de la Unión Europea (UE) para 2021-2017 (1,07 billones de euros) y, con ello, se dio vía libre al fondo de recuperación post-pandemia (750.000 millones de euros).
Fueron precisas intensas negociaciones, dirigidas por la presidencia de turno alemana y una serie de concesiones a Budapest y Varsovia, que rechazaban vincular el flujo de fondos al respeto al estado de Derecho. El mecanismo de condicionalidad se mantiene, pero se garantiza que no habrá "arbitrariedades" y sí vía de recurso al Tribunal de Justicia de la UE.
"Me quité una piedra del corazón", resumió Merkel, tras unas maratonianas negociaciones que "bien merecieron una noche en vela". Ha sido un trabajo arduo, en el curso del cual han quedado claras las "heridas profundas" existentes entre algunos socios, pero en las que nunca se perdió de vista "el respeto mutuo", aseguró.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Bayreuth 2019: Sauer y otros guardespaldas

Foto Tobias Hase dpa


Merkel, ante la Dämmerung dificilmente postergable

+ Los temblores, como síntoma; escenas de un matrimonio


Sola ante el teatro, con el nuevo rey sol bávaro -Markus Söder- y la esposa de éste rellenando espacios. La presencia del matrimonio bávaro hacía aún más evidente la ausencia del habitual acompañante de Angela Merkel. No había explicación oficial ni oficiosa para el por qué no acudía este año el catedrático Joachim Sauer a la apertura de la temporada. Por qué iba a haberla, si la visita de todos los años de Merkel y su marido estaba calificada de privada.

Merkel, sola, en el estreno del divertido y algo estridente "Tannhäuser" de Tobias Kratzer, en formato road movie a bordo y con una furgoneta como protagonista.  Era un mal año para Merkel, evidentemente el de la tantas veces proclamada y luego postergada "Dämmerung". 
A su "Groko" -gran coalición- le surgía una avería tras otra. Que a sus socios de gobierno socialdemócratas les fuera aún peor no era exactamente un alivio. La combativa Andrea Nahles había tirado la toalla como presidenta de un partido, el socialdemócrata, adscrito a las conspiraciones internas. Serían ya diez los revelos en la cúpula del partido desde tiempos de Gerhard Schröder.
Pero también era flagrante la crisis de liderazgo en el bloque conservador de Annegret Kramp Karrenbauer, AKK, como llamaba todo el mundo, especialmente los medios extranjeros, a la sucesora de Merkel al frente de la Unión Cristianodemócrata (CDU), 

Y, de pronto, Merkel empezó a temblar. En el sentido literal de la expresión. Primero fueron varios minutos de sacudida mientras se rendía honores militares al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. Imposible desviar la mirada de la mujer prototipo de autocontrol, que de pronto se sostenía las manos desesperadamente tratando de neutralizar esos espasmos. Desde el gobierno no se dio más explicación oficial, fuera de que la canciller estaba bien y capacitada para el pleno ejercicio de todas sus funciones. Le siguieron varios episodios más de temblores. Cada aparición pública de la líder se convirtió en un ejercicio mediático de atención, a la espera del siguiente episodio. De pronto había que seguir cada uno de sus pasos o recepciones por si se reproducía lo que parecía la plasmación física de la "Dämmerung".

La canciller que nunca rehuía las preguntas de los medios seguía sin explicar qué ocurría. En lugar de eso hizo ejercicio de pragmatismo y optó por aparecer sentada en una silla para recibir a sus sucesivas visitas de Estado o cualquier otro punto de su abultada agenda oficial. La líder que cada semana recibía a dos o tres líderes europeos o del resto del mundo, además de pronunciar discursos ante foros, repartir o recibir premios, etc, o visitar escuelas seguía con su agenda.  Del mismo modo que aparecieron intempestivamente se dieron por resueltos los temblores. Sin explicación de ningún tipo. 

Algunos lo relacionamos luego con la muerte de su madre. Herlind Kasner. La viuda del pastor protestante Horst Kasner había fallecido a los 90 años, en la ciudad donde vivía desde 1957, Templin. Su hija estaba en esos días entre reuniones con el presidente francés Emmanuel Macron, tratando de arreglar el "brexit" y otros asuntos oficiales. No alteró su agenda pública. La noticia saltó varios días después, a través de la revista "Superillu". El gobierno confirmó.

viernes, 1 de noviembre de 2019

Vía Efe, Un lento adiós y mucho demonio, dentro o fuera

Foto @gemmacasa


Merkel deja atrás a Adenauer y se orienta al siguiente récord

Gemma Casadevall

Berlín, 22 dic (EFE).- La canciller alemana, Angela Merkel, igualó este domingo la marca de permanencia en el poder del patriarca conservador Konrad Adenauer y se orienta ya hacia el récord absoluto en esa disciplina, cuyo titular es Helmut Kohl.
Un total de 5.143 días han pasado desde que Merkel se convirtió en la primera mujer y la primera persona crecida en el este de Alemania que alcanzó la Cancillería, el 22 de diciembre de 2005. Los mismos que detentó el poder, entre 1949 y 1963, Adenauer, el canciller fundacional de la República Federal de Alemania (RFA).
Merkel no tiene previsto ninguna celebración pública, afirma el popular diario "Bild", que destaca lo que le queda por delante hasta pulverizar la marca absoluta de 5.869 días. El periodo que estuvo Kohl en la Cancillería, desde el 1 de octubre de 1982 al 26 de octubre de 1998.
Son 726 días hasta igualar en tiempo a quien se considera el "canciller de la reunificación". Kohl dirigió el proceso político que arrancó de la caída del muro de Berlín -el 9 de noviembre de 1989- y derivó once meses después en la incorporación a la RFA del territorio de la República Democrática Alemana (RDA). Fue el primer canciller federal que gobernó una Alemania amplificada a 80 millones de habitantes.

domingo, 4 de noviembre de 2018

2018 Baño María, Groko in extremis y Sauer, paseando por las dunas





De nuevo Angela Merkel, en estado puro, de espaldas en su palco, consciente que unas hileras más abajo estábamos los del Iphone  haciéndole fotos. Medios que no colgarían esa foto más allá del blog privado o asistentes al festival que sí pagaron por su entrada. Con los celulares se había perdido el antiguo rubor que suponía sacar la cámara y hacer alguna foto. Merkel, conversando con su catedrático wagneriano, Joachim Sauer. Merkel, intercambiando a saber qué secretos con su esbeltísima ministra de Defensa, Ursula von der Leyen. La mujer de la que años atrás se sostuvo iba a ser su sucesora. La madre de siete hijos, cintura de abispa, conservadora, aristócrata, exministra de la Familia, algo más arriesgada en cuestiones de paridad de género que su cautelosa jefa de gobierno y de partido.

Foto @gemmacasa
Los privilegiados con entrada robábamos un par de escenas de Vips comportándose como humanos. Los entreactos seguían siendo espacio compartido con la ciudadanía. Bayreuth se había acostumbrado a las exigencias de los dispositivos de seguridad. Los ciudadanos sin entrada había encontrado su hueco para acceder, aunque fuera a cierta distancia y sin posibilidad de pedir autógrafo, a los jardines que envuelven el teatro. La farándula local exhibía sus trajes esperpénticos, mientras Merkel, von der Leyen y la clase política bávara se mantenían en lo clásico. Nada escapaba a los rituales.

Katharina Wagner cumplía sus diez años al frente del festival, Neo Rauch estrenaba un "Lohengrin" luminoso y triunfal y Plácido Domingo volvía a la casa, ahora como director, al frente de la "Valkiria". Esto último me dio la segunda oportunidad de una segunda entrevista con el tenor. Habían pasado 18 años desde el día en que se me concedió el honor en un entreacto en esa misma plaza. Entonces estaba ahí en calidad de tenor, ahora de director. Un eterno galán ya más que plateado, que seguía siendo o creyéndose seductor y del que costaba la suyo despegarse al término de la entrevista -"qué planes tienes ahora, un paseíto tal vez?", le preguntaba a la periodista, con un toque de insistencia que podía interpretarse, o no, como propia de un galán, por lo menos, pegajoso.
La segunda entrevista, como la primera, no dio para nada relevante. Pero, también como entonces, el triunfo era tenerla. Otra cobertura justificada, a ojos de los jefes.

Foto @gemmacasa

Era la tercera vez que vería a Plácido saludando al final de su actuación. La primera fue en 1995, entonces como "Parsifal" a las órdenes de Giuseppe Sinoppoli; le siguió la "Valkiria" del 2000 y ahora la propia-. Era la primera vez que Bayreuth le abucheaba en mi presencia. El festival volvía a hervir bajo temperaturas extremas -"ópera al baño maría", en definición que nunca me cansaré de agradecerla a mi experimentada colega Rosa Massagué-. En Bayreuth no había contemplaciones para un director no habilitado para Wagner, fuera o no Plácido.


viernes, 2 de noviembre de 2018

Vía Efe, La prejubilación de Merkel, el picnic de Puigdemont y la travesía por Doñana

Merkel se pone fecha límite

Gemma Casadevall


Foto @gemmacasa


Berlín, 17 dic (EFE).- La canciller alemana, Angela Merkel, inició este 2018 lo que pretende sea una retirada ordenada, cumplidos ya trece años al frente de la primera potencia europea y debilitada -aunque no derrotada - por sus acrecentados enemigos internos y externos.
El año había arrancado con una Merkel determinada a lograr un gobierno estable para su cuarto mandato y terminó con la elección como jefa de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido que dirigía desde 2000, de Annegret Kramp-Karrenbauer.
Con el relevo a favor de la leal AKK -como se denomina a la sucesora- se diluyó el fantasma de un fin abrupto de la legislatura, aunque persisten las dudas sobre si Merkel se mantendrá en el poder hasta las siguientes generales, previstas para 2021.
El mero anuncio hecho por la canciller, el pasado octubre, de que no optaría a su reelección como jefa del partido y tampoco aspirará a otro mandato como canciller calmó algo las prisas del ala derechista de su bloque conservador.
A Merkel se la vio desde entonces hasta liberada, concentrada en su papel de líder europea y global, y también más mordaz en el Parlamento (Bundestag), especialmente para arremeter sobre la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

jueves, 1 de noviembre de 2018

Via Efe (I). Del decenio de Katharina a los abucheos a Plácido



Plácido debutó a la batuta en Bayreuth con una "Valkiria" triunfadora

Gemma Casadevall
Foto @gemmacasa

Bayreuth (Alemania), 31 jul (EFE).- Plácido Domingo debutó hoy como batuta wagneriana en el Festival Richard Wagner de Bayreuth con una triunfal "Valkiria" en que las voces impusieron su dominio sobre la escenografía de Frank Castorf y en medio de una ola de calor insólita en Baviera.
Los "bravos" se sucedieron para Catherine Foster, como Brunilda, y Greer Grimsley, el Wotan, en primera línea, así como también para Anja Kampe, la Siglinda, y Stephen Gould, su Sigmundo, mientras que a Domingo se le brindó una ovación de gala, salpicada de algún abucheo.
Debutar en el templo wagneriano por excelencia, acostumbrado a las batutas más avezadas en las óperas del compositor exclusivo de la casa, no es tarea fácil.
Tampoco para Domingo, quien regresaba al festival bávaro 18 años después de haber interpretado por última vez en ese lugar, entonces como tenor, el Sigmundo que ahora asumió Gould.
Salió airoso de la prueba, en un Bayreuth que esperaba con cierto escepticismo que por primera vez en la historia de la casa no se representara "El Anillo del Nibelungo" al completo, sino simplemente la segunda pieza.
La "Valkiria" con la que Domingo debutó como director wagneriano, a sus 77 años, es la pieza "superviviente" del "Anillo" que Castorf estrenó en ese festival, en 2013, entre tempestades de abucheos, algo suavizadas en sus posteriores reposiciones.

sábado, 4 de noviembre de 2017

2017 De Carlos Gustavo a la señora del Damentoilette

Foto Reuters



Un paraguas llamado Steinmeier

+del derrumbe del "efecto Schulz" a la efervescencia ultra

Pocas veces se la vió tan determinada. Empuñando un enorme paraguas negro, en  lugar de dejar el cometido a los múltiples personajes desplegados a tu alrededor y asignados a estas tareas. Como si nada ni nadie pudiera cruzarse en su camino. Concentrada en atravesar el diluvio tan deprisa como le permitiera el traje de gala color bronce. A tiempo para advertir que su esposo, el catedrático, bajo su propio y enorme paraguas verde oscuro, se había abotonado mal el smoking. Bajaron por separado, cada uno con su paraguas, de la mini-van. Bajo el portalón se juntaron para la tradicional foto de todo los años, sin tiempo a enmendar Joachim Sauer el fusiforme abotonamiento.

Del césped quemado por la sequía de años anteriores se había pasado a una alfombra roja empapada entre diluvios. El año se había abierto con la designación del socialdemócrata Martin Schulz como teórico animal político superior capaz de derribarla sin mayores contratiempos. El socialdemócrata que de un soplo iba a terminar con la máquina de ganar elecciones que hasta entonces había sido Angela Merkel, pensaron los estrategas. No formaba parte de la gran coalición, por lo que tenía las manos libres para atacarla.
Eso había sido a principios de año. Antes de llegar a julio el "efecto Schulz" se había esfumado por completo. El expresidente del Parlamento Europeo no era el animal superior que iba a finiquitar la "era Merkel". Faltaban, como siempre ocurre en Bayreuth en año electoral, dos meses para los comicios nacionales.

Barrie Kosky, judío, abría la temporada con unos "Maestros cantores" por los que desfilaban todo tipo de fetiches wagnerianos. Merkel y Sauer desafiaban los diluvios igual que en los años precedentes habían desafíado las sequías y los jardines resecos. Pero sobre Merkel se sucedían los chaparrones. Unas semanas antes que el protocolario paso por Bayreuth había presidido un tumultuoso G20 con asistencia de varios lobos globales ansiosos por devorarla -Donald Trump, Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin- y con Hamburgo alzado en batalla campal. 

Foto @gemmacasa
Del teórico "efecto Schulz" capaz de derribarla parecía que iba a zafarse. Pero la furia ultraderechista la perseguía. Lo mismo ocurría con sus cada vez más desgastados incómodos -o incomodados- socios de coalición. Hasta donde se sabía, Merkel no  había perdido la capacidad de ganar elecciones. En el Bayreuth del diluvio era la reina entre príncipes, compartiendo mesa con el de Suecia y comiendo, bebiendo y hablando sin parar. La capacidad para engullir y beber sin dejar de hablar era otra de sus señales de identidad. No tan biografiada, Pero observada tanto en las cenas a las que se asiste a distancia como en las que convierte en encuentro con los medios en los congresos de su partido.

Foto @gemmacasa
Merkel era la reina compartiendo banquete en el Steigenberger con Carlos Gustavo de Suecia. Pero  también era la Mutti que se bajaba al pueblo. "La Bundeskanzlerin podría ir a los servicios de su palco o de la lounge. Pero prefiere bajar aquí. Ella sabrá por qué lo hace", me comentó la amable señora de la Damen Toilette, casi tan veterana en su tarea como Merkel en la de gobernar. Efectivamente, a la Bundeskanzlerin se la veía en los entreactos en los servicios. Tal vez no en la apertura de temporada. Pero sí en las galas sucesivas, cuando se alivian los dispositivos de seguridad y la etiqueta. Con el mismo quimono de diez o doce años antes, al parecer su prenda preferida, me la topé en las escaleras de la Damen Toilette. Como todo el mundo dejó su monedita en el platito tras salir de la cabina. Como todo el mundo, saludó a la veterana empleada que pasaba el paño sobre cada toilette tras su uso. Como todo el mundo subió la escalera. "Cada una de las señoras con las que se cruza contará luego en su casa, a sus amigas, en la peluquería que compartió toilette con la canciller. No digamos ya lo que comentará la que se topa con la canciller saliendo de la cabina justo en la que se dispone a entrar".

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Vía Efe Reelección con goteras y obituario

Merkel busca el sí del derrotado Schulz para buscar una mayoría estable 


Gemma Casadevall

Berlín, 30 nov (EFE).- La canciller alemana, Angela Merkel, y el líder socialdemócrata, Martin Schulz, abrieron hoy una vía de diálogo, diez semanas después de las elecciones generales y ante la evidencia de que solo ellos pueden negociar un gobierno estable para la primera economía europea.

Foto dpa
A las 19.00 GMT, noche cerrada en Berlín y bordeando los cero grados, la líder de la Unión Cristianodemócrata (CSU), el del Partido Socialdemócrata (SPD) y el de la Unión Socialcristiana bávara (CSU), Horst Seehofer, acudieron a su cita con el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, para tantear salidas que eviten nuevas elecciones.
Era una reunión sin más imágenes que las de la entrada y la salida de los políticos al Palacio de Belleveu presidencial, que se prolongó algo más de dos horas, al término de las cuales y de acuerdo a lo previsto no hubo declaraciones, puesto que cada uno de los líderes evaluará lo abordado primero con su partido.
Teóricamente no debería haber escollos insalvables entre tres formaciones que han gobernado juntas en la primera y en la tercera legislatura de Merkel, además de seguir haciéndolo en funciones y en varios de los 16 estados federados del país.
Pero tanto conservadores como socialdemócratas han sufrido una fuerte erosión, ya que si en la primera coalición de Merkel sumaron el 70 % de los votos, ahora estarían en el 53 %, en medio del ímpetu de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
La canciller tanteó primero una coalición inédita, con los verdes y los liberales, pero fracasó tras cinco semanas de contactos, mientras que Schulz, inicialmente determinado a ir a la oposición, ha tenido que abrirse al diálogo a instancias del presidente.
Steinmeier ha cobrado una inusitada relevancia, en un país donde la Constitución reserva al presidente un papel representativo y neutral, ya que deja en suspenso su militancia durante su mandato.